Author: Claudia M. Elsig, MD
Los traumas infantiles pueden tener consecuencias devastadoras para sus víctimas y para la sociedad. Alguna de las consecuencias que acarrean son la adicción o un trastorno psiquiátrico complejo. Aunque hay varias causas posibles que pueden llevar a la adicción, es bien sabido que la exposición temprana a un trauma es el riesgo más importante.
Numerosos estudios demuestran una correlación clara y evidente entre los traumas infantiles y la adicción a las drogas y el alcohol.
Este blog explica cómo la exposición a experiencias traumáticas en la infancia puede desembocar en comportamientos adictivos.
¿Qué es un trauma infantil?
Un trauma es un acontecimiento (o una serie de acontecimientos) que tiene efectos duraderos en el bienestar mental, emocional, físico, social y espiritual de una persona.
Las causas más comunes de trauma infantil son el maltrato físico o psicológico, la violación y el abuso sexual, el acoso escolar, el maltrato o abandono infantil, la violencia doméstica, el duelo tras la muerte de un ser querido, el divorcio de los padres o cualquier forma de conflicto. También pueden dejar huella experiencias como ser testigo de violencia, desastres naturales o de una muerte, o tener una experiencia cercana a la muerte.
El trauma puede experimentarse tanto directa como indirectamente. Por ejemplo, un niño que es testigo de violencia entre sus padres o recibe una amenaza puede quedar traumatizado al igual que un niño que sufre abusos físicos.
Incluso niveles sutiles de maltrato, como el hecho de que un progenitor/cuidador le niegue afecto, se burle de él o lo ignore, pueden causar daños psicológicos.
Estas experiencias tienen efectos duraderos en el bienestar del individuo.
Investigaciones sobre la relación entre los traumas infantiles y la adicción
Numerosos estudios muestran una relación concreta entre los traumas infantiles y la adicción.
Un estudio en el que se examinaron los traumas sufridos en la infancia por personas que consumían sustancias y padecían trastorno de estrés postraumático (TEPT) al mismo tiempo reveló que la gran mayoría (77%) había sufrido al menos un trauma antes de los 16 años.1
Otro estudio que utilizó una amplia muestra de gemelos concluyó que la aparición temprana del alcoholismo está estrechamente relacionada con los traumas infantiles.2
Existen investigaciones sobre el TEPT que concluyeron que las personas diagnosticadas con esta enfermedad tienen 3 veces más probabilidades de caer en el abuso de sustancias3.
Y en una investigación en la que se comprobó la relación entre el abuso de sustancias y las experiencias traumáticas de la infancia, se descubrió que el nivel de consumo de sustancias, en particular de cocaína, estaba fuertemente correlacionado con los niveles de abuso físico, sexual y emocional en la infancia, así como con los síntomas de TEPT.4
Por qué un trauma puede provocar adicción
Cualquier trauma infantil puede provocar comportamientos inadaptados y perjudiciales porque los niños carecen del marco de referencia que los adultos utilizan más adelante para procesar las experiencias. Las experiencias traumáticas provocan fuertes emociones y reacciones físicas que pueden persistir mucho tiempo después del suceso. Pueden cambiar la perspectiva de una persona y dificultarle enfrentarse a la vida.
Esta desregulación emocional se manifiesta en una serie de síntomas y comportamientos entre los que se encuentran los síntomas de TEPT, el abuso de sustancias y/o alcohol y otros comportamientos de riesgo.
El alcoholismo o la drogadicción son síntomas de evasión: el individuo consume drogas o alcohol para adormecer el miedo o evitar los recuerdos. Es habitual que las víctimas de un trauma recurran al alcohol o a las drogas para controlar los síntomas del TEPT y evadirse. Pero este tipo de comportamiento adictivo es un círculo vicioso, ya que el alcohol y las drogas empeoran la depresión y la ansiedad e interfieren en los patrones normales de sueño.
Profundizando aún más: la biología del trauma
En las últimas décadas, el desarrollo de técnicas de imagen cerebral y de nuevos enfoques bioquímicos ha aumentado nuestra comprensión de los efectos biológicos de los traumas psicológicos. La exposición a un acontecimiento traumático, o a una serie de acontecimientos traumáticos recurrentes, activa los sistemas biológicos de respuesta al estrés del organismo. Ahora sabemos que los traumas psicológicos alteran la homeostasis, causando efectos a corto y largo plazo en muchos órganos y sistemas del cuerpo.5
Las consecuencias fisiológicas de los traumas incluyen el desplazamiento de los recursos metabólicos de la homeostasis a la reacción de «luchar o huir». Es una respuesta corporal normal cuando nos encontramos en situaciones peligrosas. Pero cuando esta se activa con regularidad puede causar daños.
El sistema límbico (una parte de nuestro cerebro) interviene en las emociones, los sentimientos de motivación y recompensa, el aprendizaje, la memoria, la respuesta de lucha o huida, el hambre, la sed y la producción de hormonas que ayudan a regular el sistema nervioso autónomo.
Estar frecuentemente en modo «luchar o huir» significa que el cuerpo tiene concentraciones hormonales anormales de forma persistente. Los niveles altos de la hormona del estrés, el cortisol, por ejemplo, pueden dañar las neuronas del cerebro. Las concentraciones anormales de adrenalina (la hormona que prepara al cuerpo para «luchar o huir») deprimen el sistema inmunitario y activan la hiperactivación (o hipervigilancia).
Las vías que llevan a la adicción son complejas. Comprenden «diferencias en la expresión molecular y genética, sensibilidades cerebrales alteradas frente a las estímulos de recompensa y estrés, y patrones de comportamiento como asumir riesgos, el aislamiento social y/o la desregulación del estrés».6
Tres sistemas neurobiológicos distintos pero interrelacionados se ven modificados por la experiencia temprana y las pautas de cuidado materno: Se trata del sistema dopaminérgico (DA), el sistema oxitocínico (OT) y el sistema glucocorticoide (GC). Los traumas en los primeros años de vida parecen modificar aspectos de estos sistemas. Hay investigaciones que muestran que las alteraciones a largo plazo en los sistemas DA, OT y GC aumentan la propensión de una persona a la adicción.6
Los estudios de los cerebros de sujetos humanos y animales que han sido víctimas de estrés traumático han revelado que existen diferencias en sus cerebros cuando se comparan con los sujetos de control que no han experimentado traumas.5
Normalmente, los recuerdos se procesan y se archivan, pero los recuerdos de los acontecimientos traumáticos sobrecargan la parte de procesamiento del cerebro. Esto tiene un efecto directo en las conexiones de los circuitos neuronales del cerebro en desarrollo. Los niños gravemente desatendidos experimentan un estrés traumático crónico que compromete el desarrollo del hemisferio derecho del cerebro.
Este desarrollo neurobiológico desfavorable puede traducirse en patrones de comportamiento que aumentan la predisposición a la adicción.
Tratamiento del trauma infantil y la adicción
La adicción es un trastorno de la interacción dopamina-glutamato inducido por la genética y el estrés. Un plan integral de tratamiento de la adicción que incluya una terapia enfocada a su trauma ofrecerá las mayores probabilidades de éxito del tratamiento. Es importante tratar tanto el trauma como la adicción. Desafortunadamente, muchos centros de tratamiento se centran solo en un área sin tener en cuenta la otra. Ambas deben tratarse juntas porque están estrechamente relacionadas.
En el tratamiento es importante que la persona entienda cómo la adicción le ha ayudado a sobrevivir. En la Clínica CALDA, se enseñan estrategias de afrontamiento para prevenir recaídas y controlar los síntomas del TEPT.
Como la experiencia traumática también es somática, un tratamiento eficaz también debe tratar el cuerpo. La terapia verbal por sí sola no hará que el trauma «desaparezca».
En la Clínica CALDA trabajamos con una terapia específica para la adicción. Ayudamos a los individuos a identificar y tolerar los sentimientos. Incluimos también la TCC (terapia cognitivo-conductual), la hipnosis clínica y la EMDR (desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares).
Si desea más información sobre nuestros programas de tratamiento de adicciones, póngase en contacto con nosotros. Nuestros clientes pagan por sí mismos, lo que constituye la base para permitir una discreción y privacidad absolutas.
Referencias/fuentes:
- Farrugia P L et al, Nov 2011, Childhood trauma among individuals with co-morbid substance use and post traumatic stress disorder
- Magnusson Å et al, 29Jul2011, Familial influence and childhood trauma in female alcoholism
- Gielen N et al, 8Aug2012, Prevalence of post-traumatic stress disorder among patients with substance use disorder: it is higher than clinicians think it is
- Khoury L et al, 27Dec2010, Substance use, childhood traumatic experience, and Posttraumatic Stress Disorder in an urban civilian population
- Solomon E P & Heide K M, Jan 2005, The biology of trauma: implications for treatment
- Sohye K et al, Apr 2017, Early adverse experience and substance addiction: dopamine, oxytocin, and glucocorticoid pathways